viernes, 10 de abril de 2020

I caught the darkness drinking from your cup. I said is this contagious? You said just drink it up


It Must Be Heaven (2019) de Elia Suleiman

Un avión vuela a una altura de entre 10.000 y 12.000 metros. Con cada metro, menos oxígeno. Cuando Suleiman dirige la vista al cielo de París, un maraña de estelas marcan la ruta de cientos de pasajeros, habitantes del mundo indefensos protegidos únicamente con la correa de un cinturón y una mascarilla que si alguna vez cae por encima de tu cabeza significa que algo no va muy bien. En Nazaret, Palestina, Elia tiene un jardín. En él crece un limonero y el vecino roba su fruta pero también lo poda y lo riega. Los clientes de un restaurante abusan de la generosidad del dueño. La policía busca en la lejanía a través de unos prismáticos mientras el criminal está al otro lado de la lente. En Francia, las fuerzas de seguridad se aseguran de que las terrazas cumplan con los metros y centímetros exactos permitidos por “la marie”. Los asaltantes se zafan de la justicia aunque esta vaya en patines eléctricos, y las exuberantes mujeres parisinas son igual de impresionantes que las exuberantes mujeres palestinas. En los Estados Unidos la gente lleva el bolso en un hombro y una escopeta semiautomática en el otro. Los ángeles corren por Central Park apoyando la causa palestina y las grandes productoras de cine se empeñan en que Hernán Cortés hable en inglés y diga: Hello, I’m Hernán Cortés and I’m going to conquer you”. 

Elia Suleiman, director y actor en el mismo filme, proyecta las dudas de un hombre sobre su país y la necesidad de comprobar si existe alguna similitud entre el suyo y el resto de los países del mundo. Una trama loca y estrambótica que muchos de vosotros definiréis como rara. ¿Acaso no es loco cómo nos comportamos con los demás? Se han asomado a los balcones estos días un gran número de cuerdos, o eso dicen ellos, pero ahora no estamos a la intemperie. Atechados y sin hambre nos levantamos, nos arremangamos y con la cara mirando al frente gritamos que eso está mal. Sube al avión, espera a las masas de aire, agarra la mascarilla, recuerda ponérsela a los niños primero, y espera tu destino, seguro que será el mismo que el del los que te rodean.

Probablemente de locura va el tema, así que perdonad si he mezclado churras con merinas. Así soy. A un loco se le distingue enseguida y no por sus acciones, sino por cómo reaccionan los demás. O como hacen los escritores que se las dan de escritores, lo diré con una cita de Jonathan Swift que leí en La Conjura de los Necios de John Kennedy Toole: “Cuando en el mundo aparece un verdadero genio, puede identificársele por este signo: todos los necios se conjuran contra él”

Pero, ¡esperad! ¡alto ahí! It Must Be Heaven de Elia Suleiman, Mención especial y Premio FIPRESCI en el Festival de Cannes 2019. 

Ha sido una buena tarde de confinamiento. Y como esto tiene que acabar siendo pedante, me voy a tomar una copa de vino escuchando a Leonard Cohen.