It Must Be Heaven (2019) de Elia Suleiman
Un avión vuela a una altura de entre 10.000 y 12.000
metros. Con cada metro, menos oxígeno. Cuando Suleiman dirige la vista al cielo
de París, un maraña de estelas marcan la ruta de cientos de pasajeros,
habitantes del mundo indefensos protegidos únicamente con la correa de un
cinturón y una mascarilla que si alguna vez cae por encima de tu cabeza
significa que algo no va muy bien. En Nazaret, Palestina, Elia tiene un jardín.
En él crece un limonero y el vecino roba su fruta pero también lo poda y lo
riega. Los clientes de un restaurante abusan de la generosidad del dueño. La
policía busca en la lejanía a través de unos prismáticos mientras el criminal
está al otro lado de la lente. En Francia, las fuerzas de seguridad se aseguran
de que las terrazas cumplan con los metros y centímetros exactos permitidos por
“la marie”. Los asaltantes se zafan de la justicia aunque esta vaya en patines
eléctricos, y las exuberantes mujeres parisinas son igual de impresionantes que
las exuberantes mujeres palestinas. En los Estados Unidos la gente lleva el
bolso en un hombro y una escopeta semiautomática en el otro. Los ángeles corren
por Central Park apoyando la causa palestina y las grandes productoras de cine
se empeñan en que Hernán Cortés hable en inglés y diga: Hello, I’m Hernán
Cortés and I’m going to conquer you”.
Elia Suleiman, director y actor en el mismo filme,
proyecta las dudas de un hombre sobre su país y la necesidad de comprobar si
existe alguna similitud entre el suyo y el resto de los países del mundo. Una trama
loca y estrambótica que muchos de vosotros definiréis como rara. ¿Acaso no es
loco cómo nos comportamos con los demás? Se han asomado a los balcones estos
días un gran número de cuerdos, o eso dicen ellos, pero ahora no estamos a la
intemperie. Atechados y sin hambre nos levantamos, nos arremangamos y con la
cara mirando al frente gritamos que eso está mal. Sube al avión, espera a las
masas de aire, agarra la mascarilla, recuerda ponérsela a los niños primero, y
espera tu destino, seguro que será el mismo que el del los que te rodean.
Probablemente de locura va el tema, así que perdonad
si he mezclado churras con merinas. Así soy. A un loco se le distingue
enseguida y no por sus acciones, sino por cómo reaccionan los demás. O como
hacen los escritores que se las dan de escritores, lo diré con una cita de
Jonathan Swift que leí en La Conjura de los Necios de John Kennedy Toole: “Cuando
en el mundo aparece un verdadero genio, puede identificársele por este signo:
todos los necios se conjuran contra él”
Pero, ¡esperad! ¡alto ahí! It Must Be Heaven de
Elia Suleiman, Mención especial y Premio FIPRESCI en el Festival de Cannes
2019.
Ha sido una buena tarde de confinamiento. Y como esto
tiene que acabar siendo pedante, me voy a tomar una copa de vino escuchando a
Leonard Cohen.