"Ruby Sparks" (2012) de Jonathan Dayton y Valerie Faris.
"Todo escritor puede atestiguar, en el estado más afortunado y feliz, que las palabras no provienen de uno, sino que pasan a través de uno".
Me parece de una inteligencia sublime la capacidad que tienen los escritores para crear personajes llenos de vida. Personajes con fechas de nacimiento, direcciones con códigos postales, con pelo largo, corto, con mechones herencia de familia, con trabajos universitarios, con gorras rojas, con perfiles psicópatas, con amigos aristócratas, con hermanas pequeñas, con buen acento francés, con toda una retahíla de rasgos tan humanos que transforman la tinta en sangre. Holden Caulfield, Ignatius Reilly, Gatsby, Jane Eyre, Enma Bovary, Don Quijote...Tan ficticios que llegamos a dudar de su ficción.
Ruby Sparks es uno de ellos. Es ficción. El escritor la piensa y empieza a poner en papel toda su figura, con nombre y apellidos, con rostro, manos, cabello pelirrojo, con sus gustos y aficiones, con su personalidad. No faltan detalles. En este caso, Ruby es perfecta. Una perfección que va más allá de las letras. Es dimensional, ¡Qué digo dimensional!, ¡Tridimensional! Ruby canta y cocina y sonríe y llora y siente y tiene los ojos azules y lleva vestidos con leotardos de colores. Todo es cuestión de escribirlo.
Calvin, escritor talentoso y solitario cae rendido a los pies de la chica que él mismo ha creado. Ruby, pelirroja y hasta con huellas dactilares. Paul Dano y Zoe Kazan. Personajes secundarios muy logrados. Antonio Banderas, entre ellos.
Un comienzo perfecto, un desarrollo divertido, romántico. El clímax final, a-p-o-t-e-ó-s-i-c-o.
(Texto de la película)