
Corredores a sus marcas...
Listos...¡Fuera!
La carrera comienza. Los participantes
han venido de distintos lugares del mundo. Espléndido día en Green
Park. Sol, vestidos de colores y gafas de sol, muchas gafas de sol.
Vean como corre el dorsal número 8. Viene desde Greenbow, Alabama y
es famoso por haber atravesado el estado de Alabama corriendo, llegar
hasta el océano, volver a Greenbow y continuar corriendo. Pero, ¿Qué
ven mis ojos? Ahí está, en blanco y negro, desde Nottinghan,
Inglaterra. ¡Miren como mueve sus brazos! Es inconfundible. Es Colin
Smith. ¿Lo volverá a hacer? ¿Volverá a encabezar la carrera y
detenerse a escasos metros de la meta? El mejor corredor de fondo de
la historia, damas y caballeros. Nuevas categorías este año.
Parejas, grupos. Ahí vienen, son ellos. Los tres. Corren como lo
hicieron en aquella pasarela de las vías del tren. Imagen grabada en
nuestras mentes. Lugar atravesado a diario por centenares de
personas que desearían hacerlo de la forma en la que estos tres
amigos lo hicieron. El bullicio del público, sus gritos de ánimo,
sus chirriantes silbidos dan emoción a la carrera. El último
corredor asoma. En el último puesto, desde Italia, el Papa que
pasará a la historia. ¡Cómo corre, señores!. Saluda al público y
corre a la vez. No es nada raro, ya lo hizo en su día. Escaleras
abajo por todo el Vaticano. Decidió huir y correr sin rumbo. Un
actor sin papel. Ambiente de júbilo en esta carrera y no son
corredores profesionales. No importa la meta. Sus movimientos no son
rígidos. Sus gestos no sufren. Agitan sus brazos y gritan y sonríen.
Participa. Sal corriendo. Baja las escaleras, no te agarres a la barandilla, pega un salto en el último
escalón. Abre la puerta, mira hacia adelante, sigue, corre, agita
los brazos, respira. Todo va a estar bien. Hazlo como ellos lo
hicieron en “Forrest Gump” de Robert Zemeckis, “La soledad del corredor de fondo” de Tony Richardson ,
Jules y Jim” de François Truffaut y “Habemus Papam” de Nanni Moretti.
A Catherine, Jules, Jim, Colin,
Forrest, el Papa interpretado por Piccoli, que aunque parecen no tener nada en común, unos en blanco
y negro, otros en color, unos en Francia, otros en Italia, Estados
Unidos o Inglaterra, todos coinciden en que simplemente quisieron sentirse libres.

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